domingo, 1 de novembro de 2009

O MARCAPÁXINAS


Enviado por Ronsel a través de Google Reader:
El marcapáginas: cómplice imprescindible de mi lectura vía Papelenblanco de Magalí
Urcaray
el 30/10/09


¿Qué lector podría prescindir de ese objeto que permite pausar con
rapidez y comodidad una lectura? El marcapáginas, separador de libros o
punto de lectura es un instrumento esencial para congelar en el tiempo
nuestro libro, para poder retomarlo en el momento justo o, incluso,
para señalar aquella página a la que debemos regresar para recordar una
frase subrayada. Seguro que todos hemos recurrido alguna vez al folleto
publicitario próximo a reciclarse, al recorte improvisado del periódico
de ayer o al boleto caducado de la lotería, en fin, a cualquier papel
que se encuentre a mano y que sirva para señalar el punto de nuestra
lectura. Mejor no hablemos de la práctica espantosa de doblar la
esquina de la página, bochorno de mi infancia con el que mutilé buena
parte de mis libros e historietas.


Por suerte, hoy día las posibilidades son inmensas y resulta fácil
encontrar desde el separador más sencillo (ése que anuncia el best
seller del momento y que lo reparten gratis en la librería) a los más
elegantes y elaborados. Papel, cartón, tela, cuero, plástico, hilo,
metal…, multitud de materiales y formatos en donde se pone de
manifiesto la creatividad y hasta el ingenio publicitario. Es más,
incluso podemos diseñar nuestros propios separadores echando mano de la
imaginación y de un poquito de maña. Sobra decir que, al igual que
sucede con sellos, monedas o chapas, existe toda una red de
coleccionismo de separadores de libros.


Durante los primeros años de la imprenta (siglo XV) la producción de
libros era limitada y de elevado coste, por lo que quien podía
comprarlos procuraba cuidarlos con gran mimo, esta atención incluía el
hecho de no dejarlos abiertos y expuestos. Una de las primeras
referencias documentadas que tenemos sobre separadores de libros data
de 1584, cuando el impresor real Christopher Barker agasajó a la reina
Isabel I de Inglaterra con uno realizado en seda.



Durante los siglos XVIII y XIX los separadores más comunes eran
delgadas cintas de tela fijadas a la parte superior del lomo del libro
y cuya longitud sobrepasaba ligeramente el alto de la página. Recién a
partir de 1880 se introdujo el papel como material fundamental en su
fabricación. En la actualidad, las cintas quedan reservadas para
ediciones artesanales, de lujo o extremadamente cuidadas.



La época de gloria en el diseño de puntos de lectura fue la era
victoriana, en la que los materiales empleados se diversificaron
(papel, celuloide, plata, oro, madera, cuero, marfil…) y comenzaron a
usarse como propaganda. En los años anteriores a la primera Guerra
Mundial la publicidad se afianzó con fuerza en este sector y los
marcapáginas fueron usados como reclamo. Después de la segunda Guerra
Mundial los avisos quedaron, cada vez más, circunscritos a las
empresas, y los separadores recuperaron el terreno personal; fue
habitual su uso como postales o saludos navideños.



En la actualidad los podemos encontrar para todos los gustos: quien no
le conceda mayor importancia que la de señalizador puede recurrir a los
más simples hechos de papel y generalmente con propaganda; quien los
vea como un objeto bello, cómplice de su lectura, tiene un sinfín de
posibilidades entre las que escoger. Los hay imantados, tejidos a
crochet, con flores secas, de metal grabado, con abalorios…



Para concluir, doy parte de una curiosa iniciativa aún en ciernes: Read
On Earth. Si hace años irrumpía la práctica del ‘Bookcrossing’ con su
campaña de liberalización de libros, ahora surge una con toques
humorísticos e ingeniosos para lectores que quieran “dejar huella”. La
propuesta consiste en insertar un separador personalizado en algún
libro de alcance público (una biblioteca, una librería, esa cafetería
con estantería “intelectual”). El diseño no sólo debe ser propio, sino
además estar relacionado con el libro en cuestión (como el que ilustra
este post, encontrado en un ejemplar de ‘El Señor de los Anillos’). Eso
sí: antes de devolver el libro a su espacio, conviene sacar una foto
del marcapáginas y enviarla a la página web. De momento no son muchas,
pero las hay realmente originales. ¿Os atrevéis?



Más información Read on Earth
Foto Read on Earth
En Papel en Blanco Ex-libris: la huella personal en los libros

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